Llegas a tu casa después de un largo día agotador y te lo encuentras ahí, esperándote en la puerta, esperando que llegases para decirte:

- Cierra los ojos, y confía en mí.

Tú confías en él y los cierras, te pone una venda en los ojos y te repite:

- Confía en mí y deja que te guíe.

Y por supuesto, le haces caso, aunque no sepas a donde te va a llevar ni porqué lo hace, tú te dejas llevar. Después de un largo camino andando, te quita la venda y te dice:

- Ya puedes abrir los ojos.

De repente te encuentras en un descampado, a la luz de la luna y en medio de aquello, una mesa, no muy grande, tampoco hace falta que lo fuese, era para dos personas. Él te invita a sentarte muy caballerosamente y cuando los dos estais preparados para tomar la cena preparada, te dice:

- Feliz día de San Valentín. Sé que no te esperabas esto pero... aun así, espero que te guste y que sea una de las mejores noches que puedas recordar.

Tú, asonrojada le dices:

+ No me lo esperaba, pero soñaba con que llegase este momento, no sabes las ganas que tenía de estar contigo, en un lugar tan precioso como este, en este día tan especial... Aquí cenando contigo...

- Pues deja de soñar preciosa, porque tu sueño se ha hecho realidad.

No sabes como reaccionar a todo esto... piensas que es simplemente una ilusión, fruto de tu pensamiento... Pero no, es real, real como la vida misma.

Terminais de cenar y te pide que te tumbes con él, bajo ese manto de estrellas brillantes y relucientes para susurrarte al oído que te quiere... Anonadada, tú le contestas:

+ Yo no te quiero, te amo. Quiero vivir cada minuto de mi vida contigo y ser feliz a tu lado.

- No dudes que así será, pequeña.

Entonces os fundís en un beso ardiente, lleno de pasión, cariño y amor, y él te jura estar por siempre contigo y que nunca jamás os podrá separar ni nada ni nadie...